Otro de mis pequeños proyectos

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Skagen, entre el Mar del Norte y el Mar Báltico

Para aprovechar la tarde del martes, nos fuimos a ver Skagen, uno de los pueblos más al norte de la pení­nsula de Jutlandia y donde se puede ver la unión entre el Mar del Norte y el Mar Báltico.

La visita al cabo que se encuentra más al norte fue bastante rápida, o al menos, tan rápida como pudimos ya que hací­a un viento helado de mil pares de c…. y la arena no nos dejaba avanzar todo lo rápido que querí­amos. Es una visita que merece la pena, sobre todo ver cómo chocan las olas que vienen de ambos mares. Eso sí­, mejor escojer un dí­a con algo de sol y poco viento.

La arena y el viento... grandes enemigos

La arena y el viento... grandes enemigos

Muuuuucho frí­o, ¿se nota?

Muuuuucho frí­o, ¿se nota?

El choque de las olas de ambos mares

El choque de las olas de ambos mares

Dicen que en un dí­a soleado, se pueden ver focas (que no mujeres gordas, ¿verdad Paco?) tomando el sol. Nosotros sólo vimos una… y no sabemos si en muy buen estado. Panza arriba sí­ que estaba, pero…

La foca que vimos

La foca que vimos

Tras esto, nos dirigimos a ver el faro de Skagen:

El faro de Skagen

El faro de Skagen

Por último, antes de irnos, visitamos y cenamos en el pueblo de Skagen. Además del frí­o que hací­a y el olor a pescado que nos llegaba en casi todo momento, vimos un pueblo pequeño, muy tradicional con casas bajas y tí­pica calle peatonal llena de tiendas, bares y restaurantes, pero poca cosa más.

El pueblo de Skagen

El pueblo de Skagen

Enlaces:

Viaje a Dinamarca

Por primera vez en mucho tiempo, por fin un viaje largo me ha salido más o menos bien, sin contratiempos. Se trata de ir a Aalborg, Dinamarca donde me esperaba Miritxu.

Todo empezó a las 6.45 de la mañana del sábado 4 de abril, cuando cogí­ el tren de Pamplona a Madrid. Este fue el peor momento ya que un mal cálculo de la hora añadido a no encontrar sitio para aparcar provocaron que me montase en el tren apenas 2 minutos antes de que cerraran el paso.

El viaje Pamplona-Madrid, normal, un Alvia de duración aproximada 3 horas y la peli 27 vestidos, una comedia romántica que tiene algunos puntos graciosos aunque cuando han pasado unos cuantos minutos, te imaginas el final a la perfeccción, no da lugar a dudas.

En Madrid, muy fácil, ruta en metro hasta Barajas, tocaba terminal 2. Como iba con tiempo de sobra, almorcé tomando un café, una berlina y un muffin. Tras comprobar que no habí­a ninguna red wifi abierta o fácilmente accesible, fui a comprobar mis lí­neas de check-in con la suerte de encontrarlas abiertas, con lo que me fuí­ a completar el trámite de facturar la maleta. Tras un pequeño susto inicial cuando la chica me dijo que ese no era mi vuelo (sí­ que lo era), me dio el billete y pase a la zona de salidas.

Mientras esperaba a que llegase la hora de embarcar rumbo a Copenhagen, leí­a El juego de Ender libro con el que estoy ahora. Sí­, lo sé, ¿cómo no lo has leí­do antes siendo un clásico? en fin, no soy un gran lector, aunque me estoy rehabilitando 🙂 Fue en este momento cuando me di cuenta que únicamente tení­a un boarding-pass cuando lo normal es que tuviese dos al hacer dos vuelos: Madrid – Copenhagen y Copenhagen – Aalborg. Aprovechando que justo en ese momento se encontraba la chica que me atendió en el check-in, fui a preguntarle. Me dijo que no sabí­a porqué habí­a pasado, pero que iba a preguntar. De todas formas, no pasaba nada, cuando estuviese en Copenhagen podí­a ir al transfer center, sin salir de la terminal y me darí­an mi otro billete.

Pero no hizo falta, apenas 15 minutos más tarde, me llamaron por megafoní­a y me acerqué de nuevo al mostrador. Me dieron mis dos billetes, retorné el que yo tení­a y todos contentos.

El vuelo Madrid – Copenhagen, sencillo. Unas 3 horas que se me pasaron muy rápidamente ya que estuve prácticamente algo más de hora y media dormido y el resto seguí­ leyendo el libro.

En Copenhagen me tocó esperar algo más de un par de horas, pero me dio tiempo a comer algo, hacer la buena acción del dí­a y todaví­a esperar un rato a que llegase el momento de embarcar. La buena acción del dí­a fue que mentras llegaba a mi puerta de embarque (la A30, que estaba perdida allí­ al final del aeropuerto tras una pateada de unos 15 minutos), vi un boarding-pass en el suelo con el ticket de la maleta incluí­do. Como no habí­a nadie por ahí­, lo cogí­ y le eché un vistazo. Era de una chica llamada Elena que viajaba a Francia. Ok, su puerta es la A20, me pilla de camino, a ver si la encuentro oo si no, la dejo en el mostrador (a ver si hay alguien). Cuando llegué a la A20, únicamente habí­a una chica sentada en el suelo. Le pregunté a ver si se llamaba Elena, pero como pareció no entenderme, le dije si el billete que tení­a en la mano era suyo. Cuando lo vió, me puso una cara de fiera y yo creo que pensó algo así­ como «me lo has robado!». Le dije que me lo habí­a encontrado en el suelo y que como me pillaba de camino, lo traí­a a ver si encontraba al dueño. No dijo nada más… yo creo que no daba cuenta todaví­a de lo quehabí­a pasado. Yo seguí­ mi camino.

Y del resto del viaje, poco más. Tras la caminata hasta mi puerta de embarque y esperar unos 45 minutos, cogí­ el avión que por fin me dejó en Aalborg donde me esperaba Miritxu.

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