Otro de mis pequeños proyectos

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Museo marí­timo de Aalborg

Tras la paliza de estos dí­as, decidimos quedarnos por Aalborg a ver algunas cosas que nos quedaban todaví­a pendientes. Aalborg cuenta con museo marí­timo y museo de defensa y aunque nos propusimos ver ambos, nos entretuvimos más de lo que pensamos en el marí­timo y como cierran ambos a las 16h, pues tuvimos que dejar el de la defensa para otro dí­a.

La visita comienza con una exposición de maquetas de barcos bastante interesante, aunque lo mejor vení­a después.

Como limpiaban el casco de un barco antiguamente

Como limpiaban el casco de un barco antiguamente

Maqueta de uno de los barcos

Maqueta de uno de los barcos

Una vez pasamos las salas de las maquetas, habí­a muchos y diferentes aparatos relacionados con los barcos. Para empezar, pudimos ver en funcionamiento un radar y un periscopio:

Radar real en funcionamiento

Radar real en funcionamiento

Periscopio para ver por encima del tejado

Periscopio para ver por encima del tejado

Habí­a muchas cosas y muy interesantes que no hay que perderse, aunque cabe destacar que se puede ver cómo es la lente que forma un faro y cómo agranda la luz que hay en su interior. Seguidamente se ve a un gamberro tras una de estas lentes; podéis ver el tamaño real en las manos que aparecen en el lateral y eso que apenas habí­a medio metro de separación entre la lente y el gamberro.

Lente de un faro

Lente de un faro

También vimos, para alegrí­a de nuestro compañero ea2ccg, la estación de radio oz2asm que aunque parece de exposición, es completamente funcional y operativa durante los domingos desde marzo hasta octubre.

La estación oz2asm

La estación oz2asm

Aunque lo más interesante de la visita estaba aun por llegar ya que en la exposición al aire libre que tiene el museo, hay ¡un submarino que puede visitarse por dentro!

El submarino de la exposición

El submarino de la exposición

A pesar de lo grande que se ve por fuera, por dentro es todo lo contrario: pequeños cubí­culos, minúsculas literas y estrechos pasillos con puertas en las que era imposible no pasar agachado. Además, cada 15 minutos sonaba la alarma de inmersión que te pegaba un buen susto. El periscopio también funcionaba y estaba ambientado de modo que constantemente se oí­a a la tripulación, sonido del sónar y las alarmas.

Los pasillos eran angostos; dos no pasaban a la vez o lo hací­an muy juntitos

Los pasillos eran angostos; dos no pasaban a la vez o lo hací­an muy juntitos

Los baños... realmente pequeños

Los baños... realmente pequeños

Los controles de navegación

Los controles de navegación

También habí­a más barcos en los que montarse, minas, cañones, boyas, torpedos… y hasta un helicóptero. Hay muchas fotos en el set completo de Picasa.

En resumen, una visita interesante de un par de horas (o algo más) en la que pueden verse muchas cosas y explicaciones de casi todo lo que tiene que ver con la marina, con el aliciente de poder montarse en un submarino.

Enlaces:

Legoland – el parque para los niños y no tan niños

El tí­tulo lo dice todo. Legoland, el parque de atracciones de Lego en Billund, es un parque bastante orientado a niños, aunque los «no tan niños» como nosotros, se lo pueden pasar en grande. Diversión asegurada. Y para muestra, un botón: aquí­ tenemos a dos gamberros, uno Tatai y el otro un padre disparando agua en las atracciones; el niño pasaba más desapercibido.

Papá déjame a mi, déjame a mi!

Papá déjame a mi, déjame a mi!

Pero bueno, el dí­a empezó mejor que el anterior, pese a estar a dos horas de camino en coche, llegamos unos minutos antes que abriesen las puertas a las 10 de la mañana. Compramos nuestras entradas y… ¡para adentro!

Entrada a Legoland Billund

Entrada a Legoland Billund

En su interior, lo primero que nos encontramos es que, como la mayor parte de los partes de este estilo, está dividido por zonas. Una de ellas, «Imagination Zone & DUPLO Land» dedicada enteramente a los más pequelos, mientras que el resto pueden disfrutarlas tanto mayores como pequeños.

Si se va un dí­a en el que no haya demasiada gente, se puede ver todo sin problemas y sin hacer largas colas de espera. El tiempo que más estuvimos en la cola, fue para la segunda vez del Power Builder (del que hablaremos más adelante) que estarí­amos unos 25.30 minutos ya que tení­an problemas técnicos y sólo se subian de 8 en 8.

Lo primero que te encuentras nada más llegar es la parte más antigua del parque que data de 1968 con representaciones de distintas partes del mundo construidas con piezas de Lego. Es realmente impresionante y podemos estar horas y horas mirando. Muchas de las miniaturas se moví­an y tení­an sonido. No sólo eso, sino que también algunas permití­an interacción con el usuario, pudiendo mover o actuar sobre ciertas partes de la maqueta. Aquí­ van unas fotos, aunque tenemos muchí­simas más en el set completo.

El canal de Copenhague

El canal de Copenhague

La esclusa del canal de Göta en Suecia

La esclusa del canal de Göta en Suecia

Detalle de una de las escenas. Cada una era un mundo donde ver cosas

Detalle de una de las escenas. Cada una era un mundo donde ver cosas

No sólo en esta zona del parque podí­as encontrar figuras realizadas con piezas de Lego, si no que en las diferentes atracciones, así­ como en las zonas de comer, y en las de descanso, podí­as encontrar figuras curiosas.

Jirafas y cebras en una atracción safari para los más peques

Jirafas y cebras en una atracción safari para los más peques

¡Ligando con una cabaretera!

¡Ligando con una cabaretera!

¿Nos hemos perdido? ¡Preguntémosle al explorador!

¿Nos hemos perdido? ¡Preguntémosle al explorador!

¡Hasta la colada de Lego!

¡Hasta la colada de Lego!

En la boca del tiburón

En la boca del tiburón

El león se ha tragado a Tatai :)

El león se ha tragado a Tatai 🙂

¡Hasta los carteles con Lego!

¡Hasta los carteles con Lego!

Pero no sólo habí­a cosas para ver, si no que habí­a unas cuantas atracciones. Aquí­ os ponemos algunas de las fotos de alguna de las atracciones en las que nos montamos.

En esta atracción nos pusimos perdidos de agua

En esta atracción nos pusimos perdidos de agua

Montaña rusa

Montaña rusa

De todas las atracciones la mejor con diferencia la del Power Builder. Era un brazo mecánico llamado Kuka, en el que tu decidí­as los movimientos y el nivel. La primera vez que nos montamos elegimos el nivel 4, pero a la siguiente nos atrevimos con el nivel 5, ¡vaya sacudidas que te pegaba! Tan pronto estabas cabeza abajo como de medio lado…

Power builder (¿te atreves con el nivel 5?)

Power builder (¿te atreves con el nivel 5?)

¡Hasta la próxima!

¡Hasta la próxima!

¡Hasta la próxima!

Y otra de las cosas curiosas que se puede ver antes de llegar a Legoland es que hay unas piezas enormes al lado de la carretera que incluso pueden verse desde Google Maps:

Piezas de lego enooooooooormes

Piezas de lego enooooooooormes

Enlaces:

Odense

Aunque nos dirigiamos a Legoland, tras llegar un poco tarde y ver las enoooooormes colas que habí­a llenas de padres y niños, decidimos cambiar la dirección de nuestra visita y pusimos rumbo a Odense, a una hora de Billund.

Odense es la tercera ciudad en importacia de Dinamarca muy conocida por ser la cuidad natal de Hans Christian Andersen, escritor de un montón de cuentos infantiles como El patito feo, El traje nuevo del emperador, El soldadito de plomo o incluso La sirenita que Disney llevó al cine en formato de pelí­cula de animación. La lista es interminable.

Tras conseguir aparcar (nada fácil en este paí­s), por supuesto, pagando, fuimos directamente al centro donde encontramos la oficina de información. Allí­ nos indicaron los principales puntos para ver y también le pedimos donde ir a comer ya que llegabamos con muuuuucha hambre.

Una vez llenamos la tripa, estuvimos viendo todos estos lugares tal y como nos habí­an indicado en la oficina de turismo. Un punto importante a tener en cuenta es que en Dinamarca, todo cierra para lo que los españoles es muy pronto. Con muy pronto, nos referimos a que para las 17h está casi todo cerrado, con suerte las 18h. Como habí­amos llegado sobre las 12h, tení­amos poco tiempo.

Odense es una ciudad muy bonita ya que tiene multitud de casas decoradas al estilo tradicional junto con muchas esculturas, principalmente sobre Andersen y sus cuentos.

Paaskestraede

Paaskestraede

Ramsherred

Ramsherred

Escultura de H. C. Andersen

Escultura de H. C. Andersen

¡Nos podemos sentar junto con Mr. Andersen!

¡Nos podemos sentar junto con Mr. Andersen!

Otro de los sitios de obligada visita en Odense es la casa-museo de H. C. Andersen que tiene por un lado un museo muy amplio con la vida del escritor con toda su historia, anécdotas (como que siempre llevaba una cuerda encima, de unos 9 metros, en sus viajes puesto que tenia miedo que el hotel donde se alojaba ardiese; de esta forma podí­a salir por la ventana y salvar la vida) y muchas de sus obras, y por otro, dentro del mismo museo, se puede visitar la reconstrucción de su casa natal. Realmente, el museo está construido como «extensión» de la casa original, muy pequeña ya que la familia de Andersen era muy pobre.

Entrada al museo

Entrada al museo

La casa era realmente baja

La casa era realmente baja

Reconstrucción de la casa original de H. C. Andersen

Reconstrucción de la casa original de H. C. Andersen

La casa original por fuera

La casa original por fuera

En resumen, una ciudad para bonita para visitar en la que no hay que perderse la parte más centrica y antigua, la casa-museo de H. C. Andersen y las zonas verdes. Todas las fotos en los enlaces al final del post.

Enlaces:

Skagen, entre el Mar del Norte y el Mar Báltico

Para aprovechar la tarde del martes, nos fuimos a ver Skagen, uno de los pueblos más al norte de la pení­nsula de Jutlandia y donde se puede ver la unión entre el Mar del Norte y el Mar Báltico.

La visita al cabo que se encuentra más al norte fue bastante rápida, o al menos, tan rápida como pudimos ya que hací­a un viento helado de mil pares de c…. y la arena no nos dejaba avanzar todo lo rápido que querí­amos. Es una visita que merece la pena, sobre todo ver cómo chocan las olas que vienen de ambos mares. Eso sí­, mejor escojer un dí­a con algo de sol y poco viento.

La arena y el viento... grandes enemigos

La arena y el viento... grandes enemigos

Muuuuucho frí­o, ¿se nota?

Muuuuucho frí­o, ¿se nota?

El choque de las olas de ambos mares

El choque de las olas de ambos mares

Dicen que en un dí­a soleado, se pueden ver focas (que no mujeres gordas, ¿verdad Paco?) tomando el sol. Nosotros sólo vimos una… y no sabemos si en muy buen estado. Panza arriba sí­ que estaba, pero…

La foca que vimos

La foca que vimos

Tras esto, nos dirigimos a ver el faro de Skagen:

El faro de Skagen

El faro de Skagen

Por último, antes de irnos, visitamos y cenamos en el pueblo de Skagen. Además del frí­o que hací­a y el olor a pescado que nos llegaba en casi todo momento, vimos un pueblo pequeño, muy tradicional con casas bajas y tí­pica calle peatonal llena de tiendas, bares y restaurantes, pero poca cosa más.

El pueblo de Skagen

El pueblo de Skagen

Enlaces:

Cogiendo el coche, y visitando Aarhus y Den Gamle By

Para poder visitar mejor todos los sitios que nos hemos propuesto, dicidimos alquilar un coche ya que le í­bamos a sacar mucho mayor partido que estar dependiendo de horarios de otro tipo de transportes. Además, parece que en cuanto a dinero nos sale hasta mejor.

Para alquilar el coche, nos recomendaron que lo hiciésemos directamente desde España, que no esperásemos a hacerlo directamente desde Dinamarca, con lo que nos pusimos a ello. Visitando varias empresas de alquiler de coches, finalmente cogimos el que tení­a mejor precio, cuyas caracterí­sticas eran lo que necesitábamos, en Hertz. Cuando elegimos el tipo de coche, nos fuimos a lo económico que en el caso de la web poní­a «Ford Fiesta o similar». De sobra para viajar dos personas sin apenas equipaje.

Cuando llegamos a Hertz, tras dar un par de vueltas hasta que descubrimos que estaba dentro del concesionario de Volvo y Renault. Tras tener algún problema ya que parecí­a que no tení­an nuestro contrato, lo solucionaron y pasamos a coger nuestro «forfi o similar». Cual fue nuestra sorpresa cuando llegamos al coche, la mujer le dio al mando para abrirlo y no era nuestro esperado «forfi», sino un flamante Volvo V50 nuevecito. Apenas 13.000 kilómetros, diesel, climatizador, asientos de cuero, BLIS (Blind Spot Information System, sistema de información sobre puntos muertos; básicamente un sistema con el que detecta cuando un vehí­culo, moto o bicicleta se acerca por cualquiera de nuestros lados y nos avisa mediante una señal luminosa), MP3… vamos, una joya en comparación con lo que esperábamos. Os dejamos una foto:

Nuestro forfi

Nuestro 'forfi'

Y bueno, tras esta agradable sorpresa, nos dirigimos rumbo a Aarhus (o Århus), segunda ciudad más grande de Dinamarca y considerada como la ciudad más antigua de Escandinavia al datarse desde antes del 770 A. C.

Nuestra principal parada fue Den Gamle By o Ciudad Antigua en danés, que es un museo al aire libre donde han traí­do muchas casas originales desde todos los puntos de Dinamarca, reconstruyendo parte de ellas y decorando todos los interiores con el aspecto original de aquel entonces. Podemos ver desde la casa del alcalde, oficios tradicionales (carpintero, destiladores, sombrereros, panaderos, etc) e incluso una escuela, molinos y carretas de caballos recorriendo el pueblo. Ahí­ van unas cuantas de las mejores fotos (al final del post está el enlace al set completo):

Farmacia (Apotek)

Farmacia (Apotek)

Molino de agua

Molino de agua

Carro de caballos

Carro de caballos

La (gran) casa del alcalde

La (gran) casa del alcalde

Telar de lana

Telar de lana

La escuela y la casa del maestro

La escuela y la casa del maestro

Tras este largo paseo por la historia de Dinamarca, sus casas, su gente y sus utensilios tradicionales, decidimos volver a la edad contemporanea y adentrarnos en la ciudad de Aarhus, en su centro.

Lo que nos encontramos fue una ciudad con canales en la que cualquier rayo de sol era aprovechado por los daneses, eso sí­, con abrigo, aunque habí­a más de un valiente en pantaloneta corta y camiseta a pesar de estar a unos 10 grados o menos.

Como se puede ver en la siguiente foto, se unen los edificios más clásicos (a la derecha) con los más nuevos de oficinas y centros comerciales con sus grandes cristaleras. En el centro, el canal principal de la ciudad con toda la gente aprovechando los pocos rayos de sol que habí­a (a pesar del aire que corrí­a).

El centro de Aarhus

El centro de Aarhus

Y antes de terminar este post, no podemos dejarnos de lado este par de anecdotas que nos encontramos por el camino (que no será por no andar, jeje).

Lo primero que nos impactó fue ver una tienda de venta de lápidas en plena calle, con exposición permanente incluí­da, lloviese o no, muy cercano al centro, en Thorvaldsengade. La foto no tiene desperdicio y para quien no se lo crea, se ve desde Google Maps.

Tienda-exposición de lápidas en Aarhus

Tienda-exposición de lápidas en Aarhus

Y por último, suele ser complicado encontrar similitudes entre las palabras en castellano y en danés, pese a algunas coincidencias como gratis (que significa lo mismo en ambos idiomas), pero ya es mala suerte, tener este nombre como tienda de hobbies: Panduro. Menos mal que no es una panaderí­a, porque a ver quién se come su pan… sólo para migas, torrijas, etc.

Panduro Hobby

Panduro Hobby

¡Hala! Otro dí­a más y mejor.

Enlaces:

Paseo por Aalborg

Para un primer dí­a de visita tranquilo, que además era domingo y no habí­a nada abierto, decidimos pasearnos un poco por Aalborg.

No hay demasiadas cosas para ver, la mayorí­a las tiene vistas Miritxu en su blog (incluso alguna más) en las siguientes entradas:

Aunque voy a comentar un par de cosillas que he podido ver con mis propios ojos. Para empezar… es verdad, Jomfru Ane Gade es la calle de los bares y su olor es… caracterí­stico. Es como en Sanfermines, olor a alcohol de varios dí­as. Se nota que muchas de las juergas en Aalborg ocurren a lo largo de esta calle.

Otra cosa que se ve es que los daneses conducen bastante bien. En general son tranquilos (siempre están los rápidos que creen que la carretera es suya) y aunque la autopista está entre 110 y 130 km/h, suelen indicar todos los movimientos y respetan mucho a viandantes, servicios públicos y entre sí­. Eso sí­, ¡mucho cuidado con los ciclistas! Tienen preferencia en casi todos los sitios y hay que tenerlos siempre en cuenta cuando se cruza una calle y se circula en general. Es algo que en otros paises (desgraciadamente) no hacemos, pero es fácil habituarse cuando se tiene respeto al resto de elementos de la ví­a urbana.

Un detalle que me llamó la atención. No es raro ver por ejemplo en España un Taxi que sean coches de gama alta como Mercedes y similares, pero lo que no habí­a visto nunca es lo que se puede ver en la foto siguiente: un taxi en un coche Chrysler!! Esto es ya la repera.

¡Taxi Chrysler!

¡Taxi Chrysler!

Y ya para terminar, esto lo descubrí­ gracias a @acidonitrix, cuál es el significado de un «teclado tradicional» o un «teclado internacional» cuando elegimos la disposición de nuestro teclado. Pues bien, cuando elegimos el «teclado tradicional», lo que podemos es poner las letras tí­picas del idioma, la ñ en el caso del castellano, la beta en alemán… y en el caso del danés su teclado tiene muchos caracteres especiales. Con el «teclado internacional» lo que se consigue es que estos caracteres se muestren de forma más legible para otros idiomas. Por ejemplo, el nombre real de Aalborg es Ålborg (es decir, una única A con un cí­rculo encima). Además, que no se pronuncia /a/, sino que es /o/ (una o profunda…) En la siguiente foto se puede ver esto mismo, como en un cartel más viejo aparece con la escritura tradicional, mientras que en el más nuevo, la escritura internacional.

Escritura tradicional e internacional

Escritura tradicional e internacional

Y bueno, yo creo que por aquí­ hay más de un español, al menos por lo que se puede ver…

Mallorca Bar

Mallorca Bar

Y bueno, ya para terminar, dejo por aquí­ el enlace al álbum de picasa donde tengo todas las fotos del paseo (cuando saque algo más de tiempo y del de Miritxu, le pondré el nombre a cada cosa, jeje).

Viaje a Dinamarca

Por primera vez en mucho tiempo, por fin un viaje largo me ha salido más o menos bien, sin contratiempos. Se trata de ir a Aalborg, Dinamarca donde me esperaba Miritxu.

Todo empezó a las 6.45 de la mañana del sábado 4 de abril, cuando cogí­ el tren de Pamplona a Madrid. Este fue el peor momento ya que un mal cálculo de la hora añadido a no encontrar sitio para aparcar provocaron que me montase en el tren apenas 2 minutos antes de que cerraran el paso.

El viaje Pamplona-Madrid, normal, un Alvia de duración aproximada 3 horas y la peli 27 vestidos, una comedia romántica que tiene algunos puntos graciosos aunque cuando han pasado unos cuantos minutos, te imaginas el final a la perfeccción, no da lugar a dudas.

En Madrid, muy fácil, ruta en metro hasta Barajas, tocaba terminal 2. Como iba con tiempo de sobra, almorcé tomando un café, una berlina y un muffin. Tras comprobar que no habí­a ninguna red wifi abierta o fácilmente accesible, fui a comprobar mis lí­neas de check-in con la suerte de encontrarlas abiertas, con lo que me fuí­ a completar el trámite de facturar la maleta. Tras un pequeño susto inicial cuando la chica me dijo que ese no era mi vuelo (sí­ que lo era), me dio el billete y pase a la zona de salidas.

Mientras esperaba a que llegase la hora de embarcar rumbo a Copenhagen, leí­a El juego de Ender libro con el que estoy ahora. Sí­, lo sé, ¿cómo no lo has leí­do antes siendo un clásico? en fin, no soy un gran lector, aunque me estoy rehabilitando 🙂 Fue en este momento cuando me di cuenta que únicamente tení­a un boarding-pass cuando lo normal es que tuviese dos al hacer dos vuelos: Madrid – Copenhagen y Copenhagen – Aalborg. Aprovechando que justo en ese momento se encontraba la chica que me atendió en el check-in, fui a preguntarle. Me dijo que no sabí­a porqué habí­a pasado, pero que iba a preguntar. De todas formas, no pasaba nada, cuando estuviese en Copenhagen podí­a ir al transfer center, sin salir de la terminal y me darí­an mi otro billete.

Pero no hizo falta, apenas 15 minutos más tarde, me llamaron por megafoní­a y me acerqué de nuevo al mostrador. Me dieron mis dos billetes, retorné el que yo tení­a y todos contentos.

El vuelo Madrid – Copenhagen, sencillo. Unas 3 horas que se me pasaron muy rápidamente ya que estuve prácticamente algo más de hora y media dormido y el resto seguí­ leyendo el libro.

En Copenhagen me tocó esperar algo más de un par de horas, pero me dio tiempo a comer algo, hacer la buena acción del dí­a y todaví­a esperar un rato a que llegase el momento de embarcar. La buena acción del dí­a fue que mentras llegaba a mi puerta de embarque (la A30, que estaba perdida allí­ al final del aeropuerto tras una pateada de unos 15 minutos), vi un boarding-pass en el suelo con el ticket de la maleta incluí­do. Como no habí­a nadie por ahí­, lo cogí­ y le eché un vistazo. Era de una chica llamada Elena que viajaba a Francia. Ok, su puerta es la A20, me pilla de camino, a ver si la encuentro oo si no, la dejo en el mostrador (a ver si hay alguien). Cuando llegué a la A20, únicamente habí­a una chica sentada en el suelo. Le pregunté a ver si se llamaba Elena, pero como pareció no entenderme, le dije si el billete que tení­a en la mano era suyo. Cuando lo vió, me puso una cara de fiera y yo creo que pensó algo así­ como «me lo has robado!». Le dije que me lo habí­a encontrado en el suelo y que como me pillaba de camino, lo traí­a a ver si encontraba al dueño. No dijo nada más… yo creo que no daba cuenta todaví­a de lo quehabí­a pasado. Yo seguí­ mi camino.

Y del resto del viaje, poco más. Tras la caminata hasta mi puerta de embarque y esperar unos 45 minutos, cogí­ el avión que por fin me dejó en Aalborg donde me esperaba Miritxu.

Viaje a Toronto y llegada a Niagara Falls

Bueno, bueno, tras unas semanas que se me han hecho bastante largas y en las que apenas he tenido tiempo para nada, por fin ha llegado el momento de «descansar» un poco. Y pongo «descansar» porque aunque estoy ahora mismo de vacaciones, estoy seguro que no voy a parar ni un momento, pero estoy seguro que valdrá la pena.

Como seguro que se acuerdan mis pobres compañeros de trabajo a los que tanto he dado el coñazo estas últimas semanas (prometo aguantar todo lo que digáis cuando os vayais vosotros y yo me quede pringando, jeje), estoy de vacaciones en Niagara Falls, o lo que es lo mismo, en las Cataratas del Niagara, en la parte canadiense.

El viaje comenzó el lunes 16 cuando nos pusimos rumbo a Madrid en tren. Por primera vez en mucho tiempo, me tocó un tren nuevo, un Alvia, lo que se notaba bastante en la comodida, el espacio en incluso en la televisiones que habí­a. Todo tranquilo, en 3 horas llegamos a Madrid y tras un par de transbordos en el metro, llegamos al hotel. Lloví­a en Madrid, lo suficiente para que los 200-300 metros que tuvimos que recorrer desde la parada de metro hasta el hotel nos dejase calados. Tras una pequeña conversación con cada una de nuestras casas (que bueno es el Skype), fuimos a cenar. Y no fue una cena cualquiera… por supuesto que no, fue temática y nos fuimos al Burger King, jeje. Estabamos concienciados del viaje y habí­a que empezar cogiendo las costumbres de los nativos de la zona a la que í­bamos.

Sin embargo, el martes 17 fue otro cantar. Nos levantamos con tiempo, preparamos lo poco que habí­amos sacado el dí­a anterior, desayunamos y nos fuimos al aeropuerto con la lanzadera que nos ofrecí­a el hotel. Nos encontramos Javier y Armando, los otros dos integrantes del viaje y al facturar nos enteramos que nuestro vuelo salí­a con dos horas de retraso debido a un problema técnico que tuvieron en Toronto. No tuvimos otra que fastidiarnos y lo peor es que debido a este retraso, no podí­amos coger el autobús que nos iba a llevar desde Toronto a Niagara Falls. Anulamos los billetes y tuvimos que esperar a llegar a Toronto para cogerlos.

El vuelo… largo. 8 horas. Por lo menos tení­amos una pequeña televisión táctil en cada asiento donde podí­amos ver ciertas pelí­culas, series, oí­r la radio o incluso ver la televisión. Como puntos negativos es que la parte de juegos no iba (cachis) y que las pelí­culas que estaban en español, estaban dobladas a sudamericano, lo que era un tanto… raro, jeje. Tampoco eran ninguna maravilla de pelí­culas, pero por lo menos vimos un par, que unido a hablar un rato, las comida y la merienda-cena y leer un poco las guí­as que me habí­a pasado Fernando, pues no se nos hizo demasiado largo. Eso sí­, llegamos a Toronto y para lo que nosotros eran las 11 de la noche, realmente eran las 5 de la tarde… todaví­a no se notaba, pero el cansancio empezaba a aparecer.

Y con todos ustedeeeeeeeeeeees… totorontonteroooooooo!

Uno de los aspectos que más nos fastidiaron en el Aeropuerto Internacional de Toronto es que no habí­a (o por lo menos no encontramos) puestos de información. Tan sólo unos puntos electrónicos donde encontrar algo era una odisea. Gracias a que hace unas semanas estuvimos investigando como era el transporte en Toronto y preguntando un poco, conseguimos llegar al centro de Toronto. Los puntos de información brillan por su ausencia…

Conseguimos llegar a la estación de autobuses donde creí­amos tener que esperar un par de horas hasta el siguiente autobús, pero la chica de la taquilla nos dijo que en 10 minutos tení­amos bus, toda una suerte. A todo correr sacamos los billetes, los pagamos y fuimos a montarnos. Fue en este preciso momento, cuando el conductor miró los billetes cuando nos dijo que nos habí­an dado billetes de otra compañí­a. En ese momento sólo pensé en que aquella chica tan maja de la taquilla ahora me caí­a realmente mal. Otra vez a la carrera, fuimos a la taquilla donde cambiamos los billetes.Os creeis que dijo la chica… pero os he vendido yo estos billetes? Joe, pos claro… cuantos grupos de 4 españoles recuerdas en los últimos 4 minutos? En fin…

Pues nada, ya en el autobús, sólo nos quedaban un par de horas de viaje en los que sólo tuvimos que aguantar unos gritos de un bebé de vez en cuando. Jue, no habí­a oí­do nunca semejante potencia en algo tan pequeño…

Tras una pequeña caminata de media hora, llegamos al hotel a las 22h hora local de Niagara Falls (las 4 en nuestros relojes todaví­a sin cambiar). Aquí­ llego la sorpresa agradable del dí­a (laaargo dí­a). Las habitaciones, aunque con un aire antiguo, eran enooooooooooooooooooooooooooormes. Cama grande, dos mesitas de noche, sofá, televisión, aire acondicionado, mesa, 2 sillas y armario bajo con cristal. A todo esto hay que añadir un baño con dos lavabos, secador de pelo, plancha (con tabla) y bañera… ains, no, no, bañera no… jacuzzi!!!! Esto último fue una sorpresa, jeje, no nos lo esperábamos. Os paso una foto en la que apenas se ve nada, pero bueno, por lo menos estaba todo recogido.

La verdad es que si vais alguna vez a Niagara Falls, os recomiendo este sitio, se llama Chalet Inn & Suites, en Niagara Falls. Hay piscina, Wifi con acceso a Internet gratuito, el trato es muy amable por parte del encargado y está muy cerca de la zona turí­stica, en la calle paralela a Victoria Avenue y a unos 100 metros de la calle más conocida Clifton Hill. Si estáis en la habitación 301 o 201, seguro que estaréis muy bien 🙂

Y hasta aqí­ nuestras primeras horas de vacaciones.

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